domingo, 19 de junio de 2011

EL CARNET


A medida que se iban fijando las imágenes y recuperaban su nitidez, un sonido sordo y lejano adquiría volumen poco a poco, la sensibilidad de mi rostro percibía una continuidad de bofetadas perfectas en las que ni sobraba cara ni faltaba mano, ya recuperaba la consciencia, el desvanecimiento remitía.
Recordé que por la mañana me había dirigido a una consulta médica y que asistí acompañada por mis padres, que no terminaban de soltar los lazos de unión sobre mí.
La consulta transcurrió sin novedades, llena de términos técnicos que empiezan a formar parte de nuestro vocabulario con los que terminamos familiarizándonos de forma paulatina.
Tiempo atrás pensé en las donaciones, y me decidí por empezar por algo pequeño para luego ir ampliando mi donaciones diversas. Lo tenía claro, primero me haría donante de sangre, luego pensaríamos a la donación de órganos, eso sería mas tarde. Tendría mi carnet de donante de sangre, podría en cualquier urgencia presentarme para ayudar.  Un gesto tan sencillo para mí sería una gran ayuda para los demás, estaba decidida, quería mi carnet de donante de sangre.
Antes de regresar a casa y como todavía era muy temprano, comenté mis intenciones a mis padres que no tuvieron ningún problema en acompañarme a la zona destinada a Donantes de Sangre.
Y allí estaba yo, esperando que una enfermera muy amable viniese para tomar muestra de la sangre y definir qué grupo me había tocado en el reparto de las sangres. La enfermera llegó y me indicó que la siguiese y mis padres continuasen en la sala de espera hasta que se terminara el proceso.
En un momento dado se me ocurrió que había llegado el momento de la verdad, que durante años mi madre repitió y repitió que yo no tenía sangre en las venas… ahora se descubriría todo el pastel y podría demostrar que no solo tenía sangre sino que podía hacer entrega de ella a quien pudiese necesitarla.
Una ilusión infantil me envolvía y me mantenía a la espera, la burocracia se estaba alargando y el infierno de preguntas sobre la salud y antecedentes sanitarios se empezaban a recocer en el ambiente. Pero al fin llego la enfermera con su arma para la punción de unas gotitas de sangre en el dedo corazón. Me cogió la mano suave pero con firmeza y disparó su bolígrafo con aguijón para extraer esa pequeña muestra que mostraría tanta información como necesitaban.
Me indicó que la siguiese, atravesamos una estancia que no sé por qué razón nos unía con la sala de espera, los dos vinieron corriendo para ver como me encontraba. Me encontraba bien y todavía eufórica por mi decisión y por lo poco que faltaba para tener mi primer objetivo cumplido.
Dirigiéndome a la camilla en la que tenía que tumbarme para la extracción, los termostatos de la calefacción parecieron romperse y el murmullo del personal de enfermería que trabajaba se fue apagando poco a poco.
Me golpeaban la cara para reanimarme, en mi pensamiento se agolpaban las frases “¡ya me he mareado!” “¿Me habrán quitado las gafas?” “¿Habrán aprovechado para hacerme la extracción?”.
Poco a poco mis preguntas fueron respondiéndose por sí solas, las gafas me las entregaba una auxiliar que tenía la cara más blanca que yo, en mis brazos no había rastro de ningún pinchazo por pequeño que fuese, y la mayor confirmación fue cuando el Doctor salió para decirme que la cantidad de glóbulos rojos o blancos, no recuerdo bien, que corría por mis venas, no eran lo suficiente como para donar sangre. Le comenté que tenia intención de ser donante desde hacia tiempo y que no había pensado en la posibilidad de no donar y salir tan contenta para casa con el carnet en el bolsillo.
No te preocupes, me dijo, te daremos un carnet con el grupo de sangre que tienes. Y me hizo subir de ánimo otra vez.
En la parte trasera del coche, tragábamos carretera, avanzábamos entre el tráfico, yo tenía una dejadez de cuerpo que lo provoca el desvanecimiento, y que necesita tiempo para la recuperación. Miré por curiosidad el carnet que me entregó la enfermera antes de salir del Hospital y pude comprobar mi RH y… Por Dios!! Me han hecho un carnet de RECEPTOR, no de donante. Me decepción era abismal, detrás de la información personal y de la definición del grupo RH, se desplegaban una serie de columnas en las que encabezaba Recibe, Fecha… etc…
Que decepción… mis siguientes donaciones fueron distintas.

miércoles, 1 de junio de 2011

PERO TE QUIERO...


Tengo frío,
pero te quiero.
Me duele el viento
helado en las manos.
Camino y lo hago despacio.
Pensando en tu sombra
en tu voz y tus brazos.
Pienso, en tu caminar
lento y cansado.
Y en tus pasos…
Tengo frío,
pero sigo pensando.
Calienta tu imagen
mi cuerpo
cuando hierve en mis pensamientos.
Tengo frío,
pero te quiero.
Tengo frío,
si te quiero se hará más llevadero.
Tengo frío,
porque te quiero.